martes, 2 de octubre de 2007

HISTORIAS DE VIDA

En un pueblo existía una joven de unos 18 años; morocha, de ojos grandes amarronados, cabellos largos y negros. Estudiaba y trabajaba, tenía la capacidad de pasar y que un mundo la observara con su ropa ajustada, su silueta, su gran caminar, y un nombre que lo decía todo: Verónica. Llevaba su vida con altanería, siempre estaba junto a su novio.
Poco a poco su familia la fue convenciendo para contraer matrimonio con una persona influyente y adinerada, pero ella no quería, porque él era mucho mayor, además implicaba romper su noviazgo. Estaba muy bien y enamorada. Pero no le quedó más que hacerlo, su familia estaba en aprietos. Pasaron dos meses, el día del casamiento, renunció al gran amor de Rodrigo y llegó con una gran tristeza al altar para dar el “si”. Luego se dirigieron a una gran fiesta de esas de la gran sociedad. Pasaron las horas y llegó el momento de dirigirse a la luna de miel, ella debía tener relaciones con él, lo cual no quería. Él estaba muy consciente que estaba con él por su dinero y la obligó a cumplirle, noches transcurrieron y ella muy infeliz era. Ni todo el oro podía comprar el amor que ella aun sentía por aquel joven.
Mucho tiempo pasó y, en una de sus salidas a cenar muy elegantemente, como habitualmente sucedía, se encontró con el que era mozo del lugar. Conversaron y él aun no se había olvidado de ella como ella tampoco de él y así empezaron tardes y noches de hotel. Su amor fluía en esa habitación del deseo.
Pero su marido empezó a sospechar de sus grandes salidas, la mandó a seguir, y tal como sospechó, tenia una amante, su ex novio. Fue tan grande su furia que lo mandó a matar delante de su esposa. Cuando juntos estaban en la cama entraron 2 hombres y dispararon hacia el infortunado muchacho, con cuatro tiros en brazos de su amada caía; sus últimas palabras fueron: “Por siempre serás mi amor”. Lo que él no sabia y ella iba a decirle era q estaba embarazada, lloró junto a su cuerpo, pero fue arrastrada y llevada hacia su esposo, quien cual le pegó y la ultrajó reiteradas veces hasta que ella unió fuerzas y sacó un arma de su mesa de luz y así fue que le disparó todas sus balas. Cayó muerto en el piso junto a la enorme sombra de sangre. Levantó el teléfono y llamó a la policía denunciando ambas muertes, fue conducida a prisión, pero solo pasaron dos días. Su corazón no aguantó el gran dolor y se quitó la vida. A su lado una carta dirigida a la familia que decía “El amor es el mejor compañero de la felicidad no el dinero. Adiós. Verónica “


Alejandro Lemos
3°B

2 comentarios:

Anónimo dijo...

hola, Alejandro la verdad me encanto tu cuento, parece una comedia te felicito esta de +.

Anónimo dijo...

seguro que la que mando ese comentario fue tu novia ale feco