lunes, 12 de noviembre de 2007

Dolor y esperanza

Lejos de toda mirada
Llora un color en silencio
No es por una enamorada
El llanto que eleva al cielo.

De los que el mundo tiene
El más cruel lo ha alcanzado
Solo es silueta ausente
De su tesoro más preciado.

Sueña con verdes praderas
Y largos atardeceres
Con noches de luna nuevas
Como el más feliz de los seres.

Solo el tiempo todo cura
Reza el dicho popular
Y a estos momentos de amargura
La dicha ha de reemplazar.

Espera triste pero confiado
Con solo una meta fija
El dolor será sepultado
Cuando abrace al fin a su hija.


Celmar Oviedo
3roA

Todos cómplices

Ojos que miran, pero no ven
Oídos sordos, rostros, insensibles
El frío de la noche, el hambre como compañera
Sueños rotos, juegos prohibidos


La calle, educa, la calle protege, la calle mata
Gorriones de alas rotas, de cantos mudos
De familias ausentes, de palizas presentes
De dolor desatado tras esas sucias caras


¿ cuántas veces los cruzamos sin mirarlos?
¿ cuántas veces el sacerdote después de su ágape piensa en ellos?
cuándo dormís confortable ¿ pensás en ellos? ¿ pensamos?
Ellos nos ven, nos escuchan, nos sienten. Nosotros no
La calle no educa, la calle no protege, la indiferencia mata.

Celmar Oviedo

3ro A

Utopía

¿¡Será!?,¿será que el sol brillará en mi ventana , llenando de luz los rincones más oscuros?
¿¡Será!?,¿será que las hojas del otoño , ya no serán más el mustio colchón del vagabundo?
¿¡Será!? ,¿será que el viento, soplara fuerte y con su poderosa sabiduría se llevará lejos todos los odios y maldades del hombre?
¿¡Será!?,¿será que la justicia dejara caer la venda que la ciega , e inclinara la balanza a favor de los más desprotegidos. ?
¿¡Será!?,¿será posible hacer realidad las utopías ?
Yo pienso que cuanto es más libre se cree el hombre , más atacado esta a las viejas cadenas que lo oprimen.
Siempre dependiendo de cosas ajenas a el mismo ,cosas q promueven la insensibilidad y la atomización entre los pueblos.
La mirada fría , los oídos distantes ,ocultos tras la mascara del progreso , y la negra coraza que cubre al corazón .
Por eso pienso.
¿¡Será!?,¿será , que dios se levantara un día de su prolongada siesta y pondrá la casa en orden?
¿¡Será!?,¿¡Será!?

Yo no soy dios ni tengo todas las respuestas , solo se que si dios duerme mientras acá abajo pasan tantas cosas y se hace tanto ruido , debe de tener sueño pesado .

Pero una cosa si sé (estoy seguro), es que el sol brillará en mi ventana y que el vagabundo ya no dormirá sobre un colchón de hojas muertas , y que nosotros seremos ese viento nuevo q soplará lejos todos los odios y maldades , la balanza se inclinará a favor de los desprotegidos .
Y yo un loco , un romántico tal vez , que cree que las utopías pueden ser posibles , te tiende la mano hoy para juntos hagamos realidad este sueño .
Caminemos juntos y la realidad será un hecho. Ya no será un sueño, una untopía ya mas nunca ¿será!


Celmar Oviedo

3roA

Rima

Rima que rima, la rima
En perfecta conjunción
Para alcanzar este clima
Que vive del corazón

Desde la sierra hasta el suelo
Un grito se levantó
Que se escuchó desde el cielo
El mundo entero lo oyó


Las cadenas que este pueblo
Rompió como un solo brazo
La libertad como anhelo
Amanecer del ocaso


Rima que rima, la rima
Es un grito hecho hoy canción
Grito que a los pueblos anima
¡ Viva la revolución!


Celmar Oviedo

3roA

domingo, 11 de noviembre de 2007

La daga

Contemplando aquel atardecer y las arenas cálidas de aquel paisaje, se encontraba Susan. Cuántos recuerdos que como fotos recorrían su mente. Cuántos años habían pasado desde aquel día en que su vida y la de David habían cambiado para siempre.
Se detuvo en el recuerdo de su boda con David, cuánta felicidad; había sido una boda hermosa donde habían concurrido sus amigos y compañeros de aventuras. Todos sabían que Susan y David eran buenos anfitriones, amantes de las aventuras y largos viajes por el mundo. Entonces decidieron que el regalo ideal para su luna de miel sería, un viaje a Egipto. Un lugar que aún no conocían. Susan le había regalado a David una daga de plata y su puño estaba tallado en oro, donde se observaba la figura de un farón. David estaba fascinado, pero él también tenía el regalo que le daría a Susan, y que adornaría el dormitorio de su gran mansión; era un hermoso cuadro con el paisaje de un desierto que evocaba un atardecer en ese lugar lleno de encanto y misterio.
David era un famoso arqueólogo, conocido por sus grandes hallazgos y este viaje, además de ser por placer sería importante para su trabajo. Ya instalados en el lugar, se dedicaron a conocer la cultura del país, haciendo largos paseos que finalizaban al anochecer; disfrutaban de fiestas y lugares donde se ofrecían espectáculos para turistas. Todo era perfecto, se los veía felices y muy enamorados. Pero en una de esas noches, cuando disfrutaban de una fiesta con amigos; conocieron a Salma quien era dueña de una belleza misteriosa. Una joven de poco más de veinte años, de ojos azules, cabello negro, y piel dorada por el sol. Nadie podía evitar contemplar tanta belleza; bailaba descalza al compás de aquella extraña danza, que movía su cuerpo como una suave brisa. Desde ese día David comenzó a a sentirse atraído por salma. Luego de varias salidas con sus amigos, donde Salma siempre los acompañaba, David trató de acercarse a ella.
Salma era una joven ingenua que recién comenzaba a vivir y también se estaba sintiendo atraída por él. Sabía que tener una relación con David no era correcto, que echaría a perder la linda amistad que había comenzado con Susan. Su corazón la traicionó, y también traicionó la confianza de su amiga. Cuando se dio cuenta, ya era tarde y había comenzado una relación oculta con David. Fueron pasando los días y se hacía imposible no ver aquellas miradas cómplices que delataban aquella relación. Ya Susan sospechaba que algo pasaba entre ellos.
Una noche Susan regresaba a su apartamento y al abrir la puerta escuchó una fuerte discusión que venía de la sala. En silencio y con cuidado, se quedó escuchando. Las voces eran de su esposo y Salma. Ella quería terminar la relación y él se había convertido en un ser despiadado que no escuchaba ni estaba dispuesto a dejarla. Entre gritos y amenazas, golpeó a Salma duramente, ella, en medio del llanto y el dolor, tomó la daga que decoraba el escritorio de la sala. Intentó defenderse desesperadamente, cuando de pronto el frío filo de la daga se instaló en su corazón. Aquellos hermosos ojos azules comenzaron a cerrarse y un gesto de desesperación deformó aquel rostro angelical.
Escondida, Susan observaba con horror la escena; apretando su boca con la mano para no gritar, sigilosamente se fue del lugar. David, desesperado, en medio del llanto y la confusión se llevó el cuerpo sin vida de Salma y lo depositó debajo de las cálidas arenas del lugar. Susan amaba a David y no podia ni siquiera pensar en que podría ir a prisión, y decidió callar.
Su silencio la llevó a la locura; algún tiempo después, Susan ya se había quedado sin habla, los recuerdos habían trastornado su mente; sólo las imágenes horribles de aquel día convivían en su cabeza, y David, cuya conciencia no lo dejaba en paz, y la culpa lo atormentaba todo los días de su vida, al ver a Susan tan distante y perdida en lo profundo de sus recuerdos, sin saber cuál fue el motivo de su locura, tomó la decisión de terminar con tanto tormento para los dos. Esa misma noche tomó la daga, contempló a Susan que miraba absorta aquel cuadro misterioso, se puso junto a ella ya apoyó la afilada daga sobre el pecho de Susan. Sólo un escalofrío recorrió el cuerpo de Susan, que sin aliento quedó inmóvil sobre la cama, mientras que David con lágrimas en los ojos volvió a empuñar la daga y atravesó su corazón sin piedad. Mientras el frío comenzaba a apoderarse de su cuerpo y su respiración se iba acabando, creyó ver la bella figura de Salma plasmada en aquel paisaje que se erguía frente a ellos. Pocas horas después, sus cuerpos ya sin vida fueron encontrados sobre la cama, con sus ojos abiertos en dirección al cuadro que alguna vez, fue motivo de alegría para los dos.

Eliana Cedrés
3roB

Un oficio extraño

Pino tenía un don especial y él lo sabía, desde que nació, su madre le dijo que su risa lo haría famoso, y él le creyó.
Con los años fue practicando frente al espejo, en una vidriera de una calle cualquiera, en una ventana, donde su rostro se reflejara, allí el ensayaba su sonrisa y, cosa extraña, la gente que lo veía, de inmediato se contagiaba y comenzaba a sonreír. Esa era su felicidad, su vida se llenaba con este simple gesto.
Su sonrisa no era gran cosa, pero cuando ocurría, parecía que el sol iluminaba aquel rostro poco agraciado por la naturaleza, y de inmediato, como si fuera magia, la persona que estaba cerca de Pino se contagiaba, y el día se tornaba bueno más allá de cualquier problema.
Lentamente se convirtió en el “sonreidor oficial” de aquel lugar, y allí donde fuera necesario una alegría, un gesto amable, allí estaba Pino. Nunca se negaba, siempre dispuesto a brindar felicidad y a no esperar nada a cambio.
Un día cualquiera, como de costumbre, Pino realizaba su trabajo en el cumpleaños del ciudadano más anciano del pueblo; un hombre muy bien vestido se acercó y le ofreció un trabajo en un canal de televisión de la ciudad vecina, ya que había escuchado de su fama y “le interesaba su don”.
La oferta tentó a Pino, y sin pensarlo demasiado, se marchó a la ciudad en espera de aquella promesa, por más que el pueblo entero le pidió que no se marchara, Pino se fue y el pueblo entristeció.
La ciudad lo deslumbró y la televisión lo atrapó. La fama es una amiga que llega rápido pero que no le importa la traición. Cada día era una aventura y parecía que aquella ciudad sería suya para siempre, y todos sus compañeros lo halagaban y se decían amigos...
Ese sábado había programa en vivo, siempre era grabado, más no esta vez. Los nervios de Pino cruzaron el cielo, y le jugaron una mala pasada. Se equivocó en un acto y la televisión no se lo perdonó. Todos se rieron, se rieron feo, se burlaron, y Pino, que no sabía de risas falsas se fue. Enojada, triste y arrepentido de no haber escuchado a su gente, que le pedía que se quedara.
Tenía miedo pero regresó a su pueblo, no sabía si todavía lo recibirían, no sabía que haría ahora, cuál sería su trabajo, pero para su sorpresa aún lo esperaban. Serios, tristes, pero lo esperaban, y cuando Pino apareció por aquellas calles que eran suyas, por aquellos rostros que ya conocía, el sol se asomó y el pueblo entero sonrió.
Una brisa de alivio recorrió las calles de aquel lugar y Pino comprendió que aquella fama de la que le hablaba su madre, no era volar alto, ni grandes gestos, sino tan simple y fácil como brindar a su gente una sonrisa franca y sincera, que alegrara sus días.

Sandra Domínguez
3roB

Enfermedad incurable

Era la mañana de un frío día de invierno., en la extraña calma de la sombría casona de los Peralta. Milena, como todos los días, se levantó a desenvolver su apacible rutina.
Rubén, como de costumbre, hacía horas que había partido a su trabajo.
Los Peralta eran un matrimonio de un buen pasar económico, el que habían alcanzado a lo largo de los veinte años que llevaban de casados.
No siempre esto fue así, sus comienzos fueron difíciles, llenos de privaciones y necesidades. Pero el gran el gran amor que había entre ambos tenía el poder de superarlo todo.
Milena y Rubén trabajaban duramente, ella ayudaba a su marido, quien seguía la carrera de medicina, un sueño que quería concretar. En cambio el sueño de su amada era una casona radiante, con la inquita presencia de varios hijos.
Al cabo de unos años, Rubén se recibió, todo era algarabía y proyección entre la pareja. Su gran capacidad le hizo ganar renombre muy poco tiempo, con lo cual comenzó a trabajar mucho más y a ganar mucho más dinero también.
Al año, dos grandes sueños de los Peralta se hacían realidad: Rubén le había comprado su casa a Milena, y ella esperaba su primer hijo. Su felicidad era casi plena, sus proyectos y anhelos se hacían realidad, pero la traicionera soledad comenzaba a perturbar la mente de Milena.
Rubén trabajaba demasiadas horas, en las que Milena distraía sus pensamientos con los preparativos de la habitación que iba a ocupar su primer bebé.
Ya habían pasado tres meses de embarazo, cuando Rubén recibió una llamada en el consultorio de la clínica donde trabajaba, que paralizó su respiración y heló su sangre, una ambulancia llevaba a Milena a la clínica, con un fuerte dolor abdominal y una enorme hemorragia. Nada se pudo hacer para salvar a aquel tan esperado retoño.
Milena fue sometida a muchos estudios, los cuales arrojaron que nunca más iba a poder concebir. Esto debilitó el corazón de ambos y perjudicó aún más la perturbada mente de milena.
Por su parte Rubén, quien amaba la medicina tanto como a su esposa, no se podía conformar con el hecho de no haber podido hacer nada por ella. El sentimiento de culpa fue creciendo dentro de él, viendo cómo Milena perdía contacto con la realidad y se aislaba de su amor. Entonces comenzó a distraer su mente, yéndose cuando Milena no se había despertado, y llegando cuando ella ya dormía, así la soledad fue haciendo al fin un trabajo en la mente de Milena, quién creía que su marido, además de no amarla, le era infiel.
Lo que una vez fue una hermosa historia de amor, se terminó convirtiendo en una vida monótona, fría y vacía. Eso demuestra que el dinero no puede comprar los sentimientos, la salud, ni curar esa terrible y común enfermedad llamada celos.


Aida Silvera
3roB