Ojos que miran, pero no ven
Oídos sordos, rostros, insensibles
El frío de la noche, el hambre como compañera
Sueños rotos, juegos prohibidos
La calle, educa, la calle protege, la calle mata
Gorriones de alas rotas, de cantos mudos
De familias ausentes, de palizas presentes
De dolor desatado tras esas sucias caras
¿ cuántas veces los cruzamos sin mirarlos?
¿ cuántas veces el sacerdote después de su ágape piensa en ellos?
cuándo dormís confortable ¿ pensás en ellos? ¿ pensamos?
Ellos nos ven, nos escuchan, nos sienten. Nosotros no
La calle no educa, la calle no protege, la indiferencia mata.
Celmar Oviedo
3ro A
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