lunes, 24 de septiembre de 2007

TRIÁNGULO AMOROSO

Hace treinta años que Carlos y yo nos casamos.
Nos habíamos conocido un día como tantos.
Me lo crucé en el parque y no pudimos dejar de mirarnos, supimos desde ese momento que estábamos destinados a estar juntos.
Por varios años fuimos la pareja más feliz del mundo, la vida nos sonreía.
Recuerdo perfectamente el día que Carlos comenzó a distanciarse de mí.
Llegó del trabajo como todos los días, pero su cara tenía una expresión distinta. Se sentó en la mesa, y aunque yo había cocinado una de sus comidas favoritas, él no probó bocado. Acerqué mi silla junto a su silla y le extendí mi mano para abrazarlo. En ese momento el silencio invadió la habitación y especialmente su cara, que quedó inmóvil.
Pasados unos minutos, levantó la mirada y me dijo que me amaba. Luego se levantó de la mesa y se fue al dormitorio.
En mi cabeza, las ideas y las dudas se entrelazaban, no podía hilvanar una idea concreta. ¿Qué le ocurriría a mi amado esposo? No podía encontrar la respuesta, pero me asusté, sería que ya no me quería..., pero me había dicho que me amaba.
El tiempo comenzó a transcurrir, las agujas no se detuvieron, se comían el tiempo.
Carlos siguió teniendo días tan difíciles como aquel día, pero lo único que empezó a variar fue la frecuencia de los mismos, ahora era casi todos los días.
Yo me cuestioné todo, desde mi comida, mi forma de lavar la ropa, mi forma de educar a los niños, llegué a pensar que ya no le gustaba como arreglaba el cuarto, lo que fuera, con tal de encontrarle una explicación a sus desprecios.
Cuando habían pasado meses, comencé a creer que era algo importante y decidí buscar refugio en los abrazos de mi mejor amiga. Cuando empecé a contarle sobre sus desprecios, comprendí que realmente algo ocurriría y que el hombre del cual yo me había enamorado perdidamente, ya no era el mismo.
Lloré horas, días, semanas, buscando consuelo en las palabras de mi amiga, que no podía creer como Carlos me hacía pasar por esto.
Ella me insistía en que lo dejara, que terminara con mi matrimonio, que le diera un tiempo para pensar que quería él. Pero yo no podía dejarlo, lo amaba demasiado, estaba segura que podría esperarlo toda la vida.
Cómo podía olvidar tantos años juntos, tantos besos, tantas caricias, tantos momentos.
Las cosas fueron empeorando. Carlos me hablaba lo indispensable, ya no compartíamos nada, ni una charla, ni una tarde con nuestros hijos. Hacía años que no teníamos una conversación importante, más que la simple conversación cotidiana… ¿Cuánta plata necesitas para los mandados?...
Un viernes de mayo, yo realizaba mis compras como todos los días, pero ese viernes no fue un viernes como todos los días. Cuando estaba comprando la verdura, la hija del verdulero me hizo una seña para que me acercara a ella. Yo me acerqué y al oído me dijo la noticia más triste que jamás me hubiese esperado.
Eran las tres de la tarde y aún no llegaban mis invitados. Me preocupaba que no vinieran.
Miré el comedor para corroborar que todo estuviera pronto. La mesa servida, el mate pronto para cebarse, y la rica torta de ricota que aún estaba caliente.
El timbre sonó, por fin.
Abrí la puerta, era mi amiga. La hice pasar y se sentó en la mesa.
A los diez minutos llegó Carlos y lo hice comenzar a cebar el mate.
Con los dos sentados en la mesa, les serví a cada uno un pedazo de torta.
-Amiga, ¿qué es lo que tienes que decirnos tan importante?
Yo me mantuve callada, no iba a decir una palabra hasta que pasara un rato.
Cinco minutos después, Carlos y mi amiga comenzaron a marearse. Ese era el momento para hablar y decirles lo tan importante que tenía para contarles.
Cuando el arsénico comenzaba a hacer efecto y ambos agonizaban, les agradecí por todos esos años que se habían burlado de mí, que me habían mentido a mis espaldas, que me habían hecho sufrir, que mientras ellos estaban juntos yo lloraba por Carlos.
Me dirigí a Carlos y lo miré, porque por primera vez sus ojos me decían lo que no habían podido decirme en años. Yo lo abracé y le susurré al oído, que por fin entendía qué le ocurría, y que por fin era yo la que podía hacerlo sufrir a él; y besándolo le dije que lo amaba.



Nicolás Herrera

3roB



9 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy interesante. Felicitaciones! Que suerte que salió ganando la mujer!!ja ja

Anónimo dijo...

¿Quién es Nicolás Herrera?
¿Cuántos años tiene?
Que buena producción. Nicolás y profe los felicito a ambos.
Marysabel

Anónimo dijo...

¿Estás segura que la mujer salió ganando?
Creo que ya había perdido hace tiempo. Para pensar ¿en realidad las mujeres debemos agradar en la pareja a través sólo de las tareas domésticas? Sí que son importantes y éstas (estoy segura)nos perseguirán por el resto de los tiempos, pero nos merecemos cosas mejores. En especial pareja y amigas.
Un abrazo Marysabel

Anónimo dijo...

La verdad me gusto mucho esta muy buena la historia y la mujer no salio ganando jaja!!! =P

Anónimo dijo...

BUENASS ME PARECIO MUY BUENA LA REALIZACION LASTIMA Q ME PARECIO VERLA EN LA COMEDIA "MUJERES ASESINAS" PERO DE TODAS MANERAS FELICITACIONES !

feco dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
feco dijo...

nico la verdad que no lo leí todo porque lo empese a leer y me agarre un embole y felisito a marysbael porque me parece bien que las mujeres tengan en cuenta el lugar que les pertenece que es la cosina y profe de biologia todo bien pero yo que usted me rindo de tener esos pensamientos rebolucionarios sobre las mujeres y su liberacion de la cocina , ablando en cerio te esmerastes nico podria aver sido mejor feco ale no seas tan lambeta

Anónimo dijo...

La verdad re lindo el cuento, te felicito!!!!!

Anónimo dijo...

Esta muy buena la historia, ¿la hiciste voz?